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Oktavia Grimsdóttir, Icebreaker Harpooner (N4 Exclusive Miniature) - Infinity: NA2

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Precio actual $ 530.00

Svalarheima es un infierno helado, donde las bajas temperaturas y el mal tiempo tratarán de matarte día sí y noche también. Las malas condiciones meteorológicas impiden en numerosas ocasiones el transporte por medios convencionales, así que esos buques rompehielos que los locales llaman Rustbuckets, o tartanas, son lo único que puede garantizar que un viajero o una mercancía llegue a destino. Los buques… y un buen timonel, por supuesto. Y no hay mejor timonel en todo el planeta que Oktavia Grímsdóttir, o al menos eso es lo que dice ella, aunque su palmarés de victorias en las regatas Rust, esas locas carreras de Rustbuckets, bien podría respaldarlo. Eso y su reputación entre los arregladores de Submondo, del Hexaedro y también de Yănjīng. Porque cualquier agencia que quiera asegurarse de que un cargamento o una persona valiosa llegan a su destino necesitan a un primer timonel tan hábil como discreto. Y si hay algo en lo que Oktavia es incluso mejor que como timonel, es en ser discreta. Oktavia es tan discreta que poco se sabe de sus orígenes. Su padre adoptivo Grímur Bergsson, capitán ya retirado del rompehielos de Oktavia, el Skoffín, cuenta que la encontró vagando en medio de una tormenta por la costa de las Zonas Limítrofes, ligera de equipaje, con una historia de que el convertiplano en el que viajaba se había estrellado y una mirada de “no preguntes más”. Grímur no quiso indagar, aunque era obvio que la joven tenía un pasado. Más tarde aparecería un convertiplano estrellado en aquella zona, con los cadáveres de dos políticos de Svalarheima. Estos congresistas eran bien conocidos por su enfervorizada campaña a favor de mayores controles del tráfico de mercancías en la superficie del planeta. También eran famosos por su afición a los servicios de escorts de lujo y al juego duro con ellas. Con todo esto, Grímur leyó entre líneas y no hizo preguntas. Durante el trayecto al puerto de destino del Skoffín, Oktavia supo ganarse al viejo capitán y a su reducida tripulación, además de demostrar valiosas cualidades como arponera y aún mejores como timonel. Compadeciéndose de una joven que parecía tener sólo problemas y ninguna familia ni amigos, Grímur la enroló como tripulante.

Sin embargo, había algo de lo que Oktavia no carecía: ideas. Convenció a Grímur de participar en las regatas Rust, ya que con su habilidad como timonel podrían obtener buenos resultados, mejorando así su caché y acceso a contratos más jugosos. Con el tiempo y el dinero obtenido, Grímur se retiraría del puente de mando –aunque se quede en la cantina del puerto, un capitán de un Rustbucket nunca pierde ni los galones ni la titularidad de su barco– dejando a Oktavia al timón del Skoffín.

A partir de ese momento, la joven comenzaría a diversificar el negocio, mejorando el rompehielos y metiéndose en negocios de naturaleza cada vez más discreta y, si Oktavia hubiera llegado a preguntar, probablemente clandestina e ilegal. La timonel demostró poseer numerosos contactos con la red organizaciones locales asociadas a Submondo, lo que, inevitablemente, la llevaría a trabar contacto con agentes encubiertos tanto del Hexaedro como de Yănjīng; el tipo de individuos con dinero que sabían apreciar el carácter discreto de la joven, así como su habilidad para cruzar los hielos eternos de los mares de Svalarheima. Esto es todo un arte en sí mismo, no sólo hay que tener pericia con el timón y saber cabalgar la tempestad, también hay que ser capaz de identificar las rutas donde el hielo es más fino, además de evitar las emboscadas y, no menos importante, saber rechazarlas si se producen. Y es que la superficie helada de Svalarheima está plagada de piratas del hielo y bandoleros de las nieves: individuos implacables dispuestos a robar cualquier cosa a los que el derramamiento de sangre no les causa reparos. Unos adversarios temibles que no asustan a Oktavia, que como arponera es capaz de empuñar un arma de fuego con la misma precisión que maneja el timón. Ésta es otra de las habilidades de las que Oktavia no habla, junto con la de su amplia colección de contactos en Submondo, o por qué hace tantos trabajos para sujetos relacionados con la célebre contrabandista Aïda Swanson –de la que se sospecha que tiene conexiones con el Continuum Shasvastii–, ni cuál fue la auténtica causa de la muerte de aquellos políticos que pretendían dificultar el tráfico clandestino de mercancías y personas, justo lo que ni a Submondo ni a Aïda Swanson les interesa que ocurra. Pero la discreción es, junto a su habilidad como timonel, la marca profesional de Oktavia: no hace preguntas, pero tampoco las responde.

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